Hoy se confirma lo que nos temíamos. El nuevo Gobierno no
podrá establecerse hasta el día 22 de Diciembre. Ni la presión mediática, ni la
internacional, ni la de la propia sociedad española han podido con la máquina
burocrática. Es cierto que el traspaso de poderes debe hacerse de una manera
ordenada, pero no es menos cierto que la realidad que vivimos exige señales,
pasos decididos y firmes. Y el tiempo apremia.
Ese es el sentir general que creo nos invade a todos. Pero
creo igualmente que ya estamos desgraciadamente acostumbrados a las decisiones
precipitadas, a levantarnos todos los días esperando conocer no ya una noticia
esperanzadora, sino sólo saber si la de hoy será mala, menos mala o peor.
Es por eso que paradójicamente comienzo a vislumbrar algo de
luz en el horizonte. Y esa luz está directamente ligada a una palabra: serenidad. Intentaré explicarme: Si nos
fijamos bien, la inestabilidad económica en Europa no viene dada tanto por la
imprevisibilidad de los mercados como por la falta de control, la indecisión,
la precipitación y la falta de solidaridad de los políticos.
No soy partidario de la Europa de los tecnócratas. Creo que
los nuevos mandatarios de Grecia e Italia no tendrán éxito. Y no porque no
conozcan de Economía, no porque no gocen del apoyo de las inoperantes
instituciones europeas, sino por falta de experiencia política y sobre todo por
falta de Poder Político. Los líderes que
necesita Europa son líderes serenos, políticamente expertos, hombres y mujeres
de Estado, con conocimiento de lo que les rodea y con visión global.
Nos centramos demasiado en la “pareja” Merkel / Sarkozy, no
porque sean buenos o malos líderes, sino porque lo son de los dos supuestos
motores de Europa: Alemania y Francia. Pero últimamente hemos asistido a sendos
avisos de que la supremacía europea de dichos Estados no significa
invulnerabilidad; y es más, comprobamos día a día que ambos líderes están más
que cuestionados en sus respectivos países, y lo son de gigantes con pies de barro.
Creo que ya pueden empezar a ver por dónde voy.
España, ya lo sabemos, tiene unos problemas estructurales
importantes, resumidos en la lacra de
las tres “D”: Déficit, Desempleo y Desconfianza. También sabemos que toda
la comunidad internacional sigue de cerca a España porque nuestra caída podría
significar la destrucción del proyecto europeo. No es descabellado pues,
concluir que en gran medida y en estos momentos la clave de Europa se escribe con “ñ”.
Nuestro aún Presidente en Funciones, declaró en el Comité
Federal de su Partido que el fracaso electoral se debe “a la crisis y a algunos
errores de gestión” . La clave está en esa frase, pero el interlocutor debería
ordenar los términos de la siguiente manera: la situación se debe a “los errores de gestión de la crisis”.
La victoria en la lucha contra la triple “D”, que nos debe
conducir por la senda de la
recuperación de la solvencia y la credibilidad hasta llegar a obtener la
triple “A” de credibilidad financiera, comienza por lanzar al mundo un mensaje
sereno, contundente y adecuado. Ese mensaje debe ser lanzado por un mandatario
que tenga experiencia y habilidad política, conocimiento de los retos, visión
de Estado y un buen equipo. Creo que este
Hombre de Estado lo tenemos ahora trabajando en un despacho a punto de ser
nombrado Presidente.
Y no olviden lo que les voy a decir. Mariano Rajoy es muy
consciente de que deberá imponerse a los 4 próximos años, que quizá no alcance
una segunda legislatura, pero seguro que sobrevivirá a los líderes cuestionados
de gigantes con pies de barro que mencioné previamente. España es David, y Goliat es su aliado forzoso.
Fernando Medina
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