Dícese de las personas honestas que son aquellas fieles a
sus principios, transparentes y que predican con el ejemplo. Hoy me he
desayunado con unas increíbles declaraciones de la Nº 2 del PSOE, Dª Elena
Valenciano, que han protagonizado una auténtica lección de cómo manipular la
propia impotencia, de cómo generar discordia, de cómo aprovecharse de éxitos
ajenos y de cómo manipular los conceptos hasta el punto de llamar idiota al
votante y si me apuran, ilegítima a la Democracia.
Lo primero que un político realiza tras la batalla electoral
es felicitar al ganador, respetar al perdedor, reconocer la derrota y plantearse
el inmediato futuro. Me sorprende cómo esta Señora parece comprender el
significado de este código, y la lealtad a su país.
Primero ha hablado de la victoria del candidato socialista
en el país vecino como… una esperanza para Europa (vale), una esperanza para
Francia (lo paso), y una esperanza para España (inadmisible). ¿Cómo puede un
político español basar nuestra esperanza en las victorias electorales de sus afines
en países vecinos? Sin duda es un caso de mala gestión de la propia impotencia actual de su formación política,
y si me apuran, de mala visión política de fondo por parte de ésta y de aquélla. España tiene entidad
suficiente para salir de este atolladero. Y si algo lo ha impedido
durante estos 4 años desde el comienzo de la crisis ha sido la ineptitud de
nuestros gobernantes. Se ha echado una losa de déficit, con el peso de la arena
de un inmenso reloj que inexorablemente acumula por cada mes perdido la
necesidad de 3 meses adicionales para recuperar la marcha.
Pero no contenta con eso, este buque insignia de la social
democracia española (sistema aún no muerto como ella misma ha dado a entender),
ha argumentado que la voluntad de cambio se expresa con el voto. No entiendo
muy bien qué ha querido decir. ¿Quizá que el voto español de hace 4 meses no
haya expresado una voluntad de cambio en España? ¿O que las elecciones del 20 de Noviembre no tienen valor, legitimidad, que el sistema
democrático es impropio de nuestra sociedad, o simplemente que el votante es
idiota?
Esta reflexión, que nadie se lleve a engaño, no es la
expresión de un planteamiento ideológico del que escribe, ni de una crítica
furibunda hacia un partido, por otro lado de lo más respetable en cuanto a
postulados, historia y apoyo social. Es una llamada a la regeneración, al sacrificio,
a la limpieza de nuestra clase política. Es una ejemplificación de lo que nunca
me esperaría de alguien que se dice representante de una parte de la sociedad.
Y es que, queridos lectores, no aplaudiré jamás a nadie, independientemente de
su signo político, que salga a la palestra a llamarme idiota, a deslegitimar un
régimen democrático por el que tanto hemos luchado, ni a mostrar a un país
vecino como la esperanza de nuestra salvación.
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