jueves, 23 de agosto de 2012

Ese "Ecce Homo" llamado España




Hay días en los que uno se desayuna con la sensación de que más que una crisis de valores sociales o de ética política lo que vive nuestra querida España es un coma profundo, un infantilismo crónico o una involución sin retorno.

La portada de uno de los periódicos de máxima tirada nacional destaca hoy perlas como esa del nuevo genio (o genia) de la restauración, la Dama precursora del graffiti "século sacro" que se ha cargado un Ecce Homo: "no me han dejado terminar", dice la buena señora, ahora encamada con un ataque de ansiedad; una foto del "carcelero" etarra mirando por la ventana (con todo su pelo y barba, por cierto), zapatillas en primer plano sobre el alféizar, desafiantes, como diciendo: "el único problema de este señor es el olor a pies". A pie de foto, victoriosas declaraciones de sus valedores: "Hemos triunfado" (Nota: lo "humanitario" prevalece sobre el terror). Ahora todos los "¿mártires?" podrán comer de nuevo (o seguir comiendo, que tampoco lo han dejado muchos)

Sigo repasando la portada; dos ministros a tortas por un "Esta tasa es mía"; un empresario caricaturesco, que lleva cachondeándose de la Justicia desde tiempos inmemoriales, detenido y liberado "por causas humanitarias" (qué recurrente se está poniendo este argumento, oigan); ¿y qué me dicen de la solemne declaración del principal imputado por el amargo caso de los "eres" falsos, que nos espeta como quien no quiere la cosa "soy jovial, pero no soy un putero"?

En una España veraniega de sobrinos fugados de Papá Noel, de chorizos de súper y ocupas de fincas ajenas para regocijo popular, de Presidente mudo, pródigo en reuniones privadas y oscurecidas con una Majestad cuya familia política (y no tan política) acaricia barrotes de prisión real o de oprobio, y con una "prima" virtualmente relajada al sol, si yo fuera Merkel y me viniera de Guindos con la escritura de su ático como garantía de su país... Yo me tiraría una pedorreta.

F. Medina

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