Desafiar límites, atacarlos y vencerlos es condición
innata al Hombre. Bien entendida y aplicada, tal inquietud es noble y dignifica
a nuestra especie, aunque quien se expone a los riesgos de tal empresa, si bien con admiración, será tachado en numerosas ocasiones de iluminado. El 14 de
octubre pasará a la historia por ser el día en que un tal Félix se enfundó un
traje de cosmonauta y desafió los límites de la humanidad bajo la atenta mirada
de todo el planeta. En nuestra querida España, mientras tanto, un tal Arturo
decidió desafiar los límites de la juridicidad
erigiéndose en “servidor de una causa Histórica: la plenitud nacional de
Cataluña”. Félix ascendió con calma durante más de dos horas para alcanzar esos 39.000 metros donde las condiciones para su salto al vacío fueran las
óptimas, y preparó específicamente durante 5 años su empresa. Arturo
aguardó 35 años para llegar a ese momento, y se dedicó con empeño específico
durante 2, desde que fue investido “President”. Félix mantuvo la presión baja en
su cápsula y su traje para sobrevivir, y aprovechó un día tranquilo y despejado
para su hazaña; Arturo elevó la presión de su entorno al máximo, y aprovechó un
momento de tempestad para su órdago. Félix encandiló a toda la humanidad con su
desafío. Arturo encandiló a algunos y preocupa seriamente a la mayoría. Félix rompió en 40 segundos la velocidad del sonido. Arturo tardó el tiempo invertido en su desplazamiento de Moncloa a la "Embajada de Cataluña" en Madrid para romper la barrera de la cordura, desde su propuesta de pacto fiscal y la inmediata deriva soberanista. Félix perdió
momentáneamente el control durante su caída libre, pero pudo reconducir la situación a tiempo. Arturo ya no recuerda el último momento en
que realmente tuvo el control de su fantasía, y sus
trompos políticos son cada vez más violentos, sin solución visible. Félix salvó su caída
libre gracias a un paracaídas que le permitió sobrevolar el desierto con
majestuosidad y suficiencia. Arturo exhibe un paracaídas de buen material pero
hilvanado con aguja e hilo frágiles y presumiblemente inconsistentes: su diada
y su probable mayoría absoluta emocional. Félix es héroe porque jugó a ser
humano y desafiar los límites físicos. Arturo es villano porque juega a ser un
enviado divino y desafiar los límites del orden natural y jurídico de
convivencia nacional. Félix venció la Ley de la gravedad. Lo de Arturo es tan
grave que tendrá que someterse a la fuerza de la Ley.
Fernando Medina
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