lunes, 15 de octubre de 2012

Salto al vacío




Desafiar límites, atacarlos y vencerlos es condición innata al Hombre. Bien entendida y aplicada, tal inquietud es noble y dignifica a nuestra especie, aunque quien se expone a los riesgos de tal empresa, si bien con admiración, será tachado en numerosas ocasiones de iluminado. El 14 de octubre pasará a la historia por ser el día en que un tal Félix se enfundó un traje de cosmonauta y desafió los límites de la humanidad bajo la atenta mirada de todo el planeta. En nuestra querida España, mientras tanto, un tal Arturo decidió desafiar los límites de la juridicidad erigiéndose en “servidor de una causa Histórica: la plenitud nacional de Cataluña”. Félix ascendió con calma durante más de dos horas para alcanzar esos 39.000 metros donde las condiciones para su salto al vacío fueran las óptimas, y preparó específicamente durante 5 años su empresa. Arturo aguardó 35 años para llegar a ese momento, y se dedicó con empeño específico durante 2, desde que fue investido “President”. Félix mantuvo la presión baja en su cápsula y su traje para sobrevivir, y aprovechó un día tranquilo y despejado para su hazaña; Arturo elevó la presión de su entorno al máximo, y aprovechó un momento de tempestad para su órdago. Félix encandiló a toda la humanidad con su desafío. Arturo encandiló a algunos y preocupa seriamente a la mayoría. Félix rompió en 40 segundos la velocidad del sonido. Arturo tardó el tiempo invertido en su desplazamiento de Moncloa a la "Embajada de Cataluña" en Madrid para romper la barrera de la cordura, desde su propuesta de pacto fiscal y la inmediata deriva soberanista. Félix perdió momentáneamente el control durante su caída libre, pero pudo reconducir la situación a tiempo. Arturo ya no recuerda el último momento en que realmente tuvo el control de su fantasía, y sus trompos políticos son cada vez más violentos, sin solución visible. Félix salvó su caída libre gracias a un paracaídas que le permitió sobrevolar el desierto con majestuosidad y suficiencia. Arturo exhibe un paracaídas de buen material pero hilvanado con aguja e hilo frágiles y presumiblemente inconsistentes: su diada y su probable mayoría absoluta emocional. Félix es héroe porque jugó a ser humano y desafiar los límites físicos. Arturo es villano porque juega a ser un enviado divino y desafiar los límites del orden natural y jurídico de convivencia nacional. Félix venció la Ley de la gravedad. Lo de Arturo es tan grave que tendrá que someterse a la fuerza de la Ley.


Fernando Medina  

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