martes, 16 de octubre de 2012

La secesión financiera




Que vivimos sometidos al imperio inhumano de las finanzas es cosa sabida. Que es nuestro empeño convencernos de que el control del mundo es cuestión política, más próxima a lo antropológico y social, es humano. Y que ese empeño es un fracaso, se manifiesta en la realidad que nos azota constantemente. Llevamos semanas vaciando tinteros tras la deriva de un líder populista territorial que da rienda suelta a su visión independentista aprovechando un caldo de cultivo bien cebado tras 35 años de concesiones de todo color  (interesadas, por supuesto), y recogiendo el fruto de su empeño personal de un par de cursos políticos, mientras esconde una mala gestión envuelta en victimismo; todo en un entorno favorable al arrebato emocional: situación catastrófica, mensajes de autoestima bien dirigidos a su público, y un toque de falsa suficiencia propio de quien considera que quien le da de comer es un lastre. Hablamos de Cataluña, de un cuarto de nuestro PIB. Hablamos de la posible catástrofe nacional, de la quimera que destruiría España. Pero demos un paso fuera del círculo. El FMI informó a principios de Octubre de que 296.000 Millones de Euros, el 27 por ciento de nuestro PIB (más de lo que representa Cataluña), ha partido de España en el último año. Hablamos de quien ya se fue, sin cara, con cruz, sin vuelta y sin artículo 155. Y su marcha es constatada por una institución mundial, plasmada en un informe, difundida en un discurso en Asia, en tono de grave preocupación transmitida con luz y taquígrafos. Pero, ¿cuántas páginas ocupa esta realidad en nuestra prensa? ¿Y en la agenda de nuestros gobernantes? ¿Y en nuestras fatigadas mentes?. Reseñas, tweets, y alguna mención más detallada en los medios económicos. Una vez más, las prioridades no lo son tanto. Y no lo olviden, queridos lectores: hablamos del imperio de las finanzas, y hablamos de una secesión financiera en España. No toda secesión es política. Nuestra furia española, seguro, también presente en Cataluña, nos vuelve a perder.  

Fernando Medina

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