Hoy los medios se hacen eco de la decisión de una compañía
aérea nipona de suspender la emisión de un anuncio tras ser calificado de
racista por varios espectadores. El “execrable” acto ha sido disfrazar a un
japonés de occidental, retratándole como persona de nariz grande y pelo rubio.
No sé si tras esta burda historieta digna del peor manga se
esconde una estrategia de notoriedad comercial (en cuyo caso brillante) o una
verdadera cuestión de prejuicio racial, algo que sería más preocupante.
Siempre he sido muy critico frente a las irreflexivas
calificaciones de racistas de imágenes, palabras o gestos, sean en campos de
fútbol, libros, películas o chistes. Me temo que la sociedad actual haya
perdido tanto el norte que se embobe buscando peligro y odio allá donde no lo
hay, y tuerza la cara ante el terror del odio verdadero.
Cercenar pelucas y narices de cartón, y al tiempo
trivializar la exterminación de pueblos por su origen étnico o religioso. Ese
es nuestro mundo civilizado. Quizá tengan razón nuestros amigos del sol
naciente, no se vaya a despertar el fantasma de Hiroshima. Siempre hay una causa
para todo y una justificación para nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario