viernes, 25 de enero de 2013

La Madre Tierra




La Tierra, la Madre Tierra: centro de luchas, anhelos, satisfacciones y fracasos. La Madre Tierra. La que nos da cobijo y alimento; la que nos regala protección e identidad. La diosa inerme en movimiento; la rotativa y la traslativa; la que se enfada, la que estornuda y la que golpea. La que se duele por dentro, se derrite, se quema y se fractura. La Madre Tierra, nuestra vieja, que se agota; la que llora por sus hijos incapaces de vivir en paz en ella y entre ellos; la que gime ante el horror de la pelea por sus despojos.

Unos dicen que la estamos matando. Otros, que no hay suficientes pruebas. Quizá muchos tengan razón. Seguro que no toda. Ellos velan por su propio interés. Nada es tan transparente, nadie es tan benévolo y nadie dice toda la verdad. Tantos botones de muestra… Muy cerca, un vecino que se tira por la ventana al no poder pagar su tierra. Un ser "inhumano" que mata, secuestra, o extorsiona a fin de despertar al día siguiente con otro pasaporte; o, en versión más humana, que intenta convencer a sus hermanos tejiendo "normas" contrarias a la Ley para decidir sobre la Tierra y sus líneas divisorias, sus Derechos e idiomas. Más lejos, sufrimiento; supuestamente justificado en identidades culturales, étnicas o religiosas, mas causado por reales razones económicas, mineras o energéticas: La Tierra y sus recursos. La lucha por la posesión de las fuentes, del lucro, disfrazada de ideales cuyo nombre se toma en vano. La lucha por obtener el último trozo de la tarta. ¿Quién la rematará, y en el camino, cuántos más se quedarán?

He tenido ocasión de asistir a muchas variantes de este sinsentido; he leído y escuchado los más diversos argumentos en las más variadas lenguas; he visto cosas que nunca podré expresar con la claridad de mi recuerdo. Prometo que intento abrir mi mente cada día. Pero aún no he conocido a nadie que me convenza. No encuentro justificación a la violencia verbal, física o política. No me lo creo. No les creo. Seamos humanos. Honremos a nuestra Madre.

Fernando Medina

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