"Recuperar
la Política
con Mayúsculas".
¿Recuerdan el discurso de
Navidad de su Majestad? Menos de tres meses después, su arenga, tan rimbombante
como vacía, ha
inspirado a la Secretaria General del Partido Popular, quien, protegida por sus
correligionarios y grabada en circuito cerrado ha recurrido a la misma fórmula. Y es que las palabras
no tienen desperdicio: "Política con Mayúsculas". Un boicot semántico a la unívoca realidad de un concepto
tan profundo. Una novedosa doble acepción de la "Política": Política "de verdad" y política "de
mentira", "Política dirigida al interés general y política para los pocos de
siempre", "Política de políticos y política de mediocres", "Política de honrados y política de corruptos". Pues
no, queridos lectores. La Política es una, y siempre, y digo siempre, debe escribirse con
mayúsculas
y con letras de oro. En ella no caben excepciones ni doble rasero. Como dijo
Rosa Díez,
allá por
2007, la primera perversión de la Política es la perversión del lenguaje de la Política: el "llamar a las
cosas por lo que no son". La Política no debe menoscabarse siquiera por el lenguaje, venga
de quien venga el afán. Defendámosla a capa y espada. Está maltrecha, pero sigue viva,
pese a quienes investidos de todopoderosas facultades, divinas, humanas, constitucionales
o electorales, intenten rematarla en una alocada defensa de sacos cada vez más llenos y conciencias cada
vez más vacías.
Fernando Medina
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