sábado, 16 de marzo de 2013

"Habemus Más que Papam"


Un Jesuita puede ser papa. Un Papa puede ser humilde y Argentina puede darnos algo más de Dios que su mano. En un país donde corrupción se confunde con su hermana paleta, la corruptela, y con su hijo pródigo, el choricismo, algo así podría sonar a locura hace una semana, si entendemos locura como prima hermana del idealismo. La Iglesia Católica, tan moribunda y criticada en su credibilidad como institución todavía puede dar lecciones a los más recalcitrantes políticos, de la caverna o de la verdulería. A más me atrevo. Un Papa que es capaz de pedir a Dios que perdone a sus compañeros cardenales puede ser ejemplo para botarates sindicalistas incapaces de admitir que a un maestro se le deba exigir al menos un nivel educativo superior al de un alumno de primero de bachillerato. Un Papa que paga su modesto hotel, que viaja en metro y que renuncia a su limusina podría dar más de una lección a quienes se aferran a dietas, coches oficiales o pensiones vitalicias. Porque aquí nadie renuncia a nada si no le obliga un decreto. Y para eso, si lo hay, sólo tras meses de discusión sobre el sexo de los ángeles o el qué hay de lo mío. Un Papa que se inclina ante sus fieles y pide redención para sí y los suyos, ¿cuánto podría inspirar a la esencia de vocación de servicio público? Y un Papa que mete mano a los que hicieron lo propio donde no debían (y no me refiero a la bolsa), ¿cómo podría ser visto por los adalides de la presunción de inocencia en política? Lo que puede cambiar el cuento en una semana. Y eso que mi religiosidad es cuanto menos dudosa. Por desgracia, mi confianza en quien rige mi destino terrenal, más. Pero bueno, visto lo visto estos días, la esperanza es lo último que se pierde.


Fernando Medina

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